lunes, 7 de septiembre de 2015

«La muerte será el regalo que pondré al presente de mi vida», escribió el parricida de Moraña

NACIONAL »
«La muerte será el regalo que pondré al presente de mi vida», escribió el parricida de Moraña
Envió dos cartas «suicidas» a su novio y a su prima y selló las puertas de la casa con pegamento
Cruz morcillo
«No te preguntes por qué no lo viste venir. Recuerda que soy muy buen actor. Un beso. Gracias». Con esta dureza acaba la carta que David Oubel, en prisión por asesinar a sus hijas con una radial el 31 de julio en Moraña (Pontevedra), envió a su prima Pilar horas antes de cometer el doble crimen y a la que ha tenido acceso ABC. La mujer recibió la carta «suicida» -o al menos esas parecen las intenciones que se reflejan- a las 10.30 de la mañana de ese mismo día y alarmada llamó a David. «Estoy en Oporto» fue la respuesta de él. Pilar le pidió que volviese con las niñas. Al día siguiente empezaba agosto y las pequeñas Amaya y Candela debían regresar con su madre con la que vivían desde la separación de la pareja.
David colgó y la mujer despertó a su marido y a su hijo para que fueran a la casa de O Casal en Moraña tras hablar con Jorge, pareja sentimental de su primo que tampoco había conseguido hablar con él. En la carta estaban las llaves del coche de David y le indicaba que era «el último regalo para Borja», el hijo de Pilar, de 21 años.
«Sé que no estoy en situación de poder pedir nada pero no quiero duelo no quiero falsos hipócritas ese día. La muerte será el regalo que pondre al presente de mi vida», continuaba la aterradora misiva. Cuando Pilar, su marido y su hijo llegaron a la casa de Moraña no pudieron entrar con el juego de llaves que tenían: las puertas estaban selladas con pegamento. El hijo tuvo que saltar el muro para entrar en la finca y abrir desde ahí a sus padres y para acceder a la casa se vio obligado a mover el coche -atravesado delante de la puerta de carruajes- y a romper un cristal de otra puerta, dado que el individuo también había cegado esas puertas interiores con pegamento.
Fue Borja el primero que vio la salvajada y la furia desatada del atildado Oubel. Amaya de cuatro años estaba sobre su cama, tapada con una manta. Su hermana Candela, de nueve, junto a otra cama, en otro cuarto, también tapada. Las había degollado con una radial. La puerta del cuarto de baño estaba cerrada y él y su padre que corrió tras el chico escaleras arriba pensaron que se había suicidado, según contaron en su declaración. Pilar, desencajada llamó a la Guardia Civil. Ellos sacaron de la bañera de diseño a quien fingió que se iba a suicidar. Solo se hizo unos cortes superficiales. Ese mismo día fue dado de alta.
Casi a modo de despedida, el falso suicida le recordaba a su prima-amiga que el perro que tanto quería estaba a nombre de su novio, pero podía hablarlo con él por si no lo quería. Y una banalidad que a la vista del escenario de terror que encontraron estos familiares todavía es más desconcertante: «Puedes venir a mi casa que es la tuya y coger lo que quieras tv, aspiradora y el limpiacristales, je je je».
A su novio le envió otra carta, igual de terrible, pero con un eminente sentido práctico, plagada de detalles en la que le enviaba su Iphone con cargador, le confirmaba la compra de un colchón y el cambio de titularidad de los perros y de los planes de pensiones. Otra muestra de que Oubel planificó la vida y la muerte con un cálculo que hiela las venas. «Al final la presión me venció. Me llevo conmigo parte de lo que más quiero, pero otra fracción de mí estará siempre en Marcelina Panete», le escribe a su pareja a modo de una despedida que no cumplió.
Noticias Relacionadas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.